19 de enero de 2009

Bauhaus 1ª parte




La Bauhaus (escuela de la construcción) fue creada en 1919 y existió hasta 1933, año en que terminó sus aza­rosos días por orden de Hitler. En esos escasos 14 años de vida, debió soportar toda clase de embates políticos, atra­vesó por graves dificultades económi­cas, cambió tres veces de sede, tuvo tres directores y no salieron de ella ni siquiera 500 alumnos en total.
Sin embargo, como esfuerzo de conciliación de arte, técnica y ciencia, y como intento de dar a la arquitectura y al diseño nuevas bases y una nueva acti­tud frente a ellos, la Bauhaus representa uno de los acontecimientos más intere­santes y decisivos que se hayan cum­plido en siglo pasado. Su acción recién ahora está siendo medida en su enorme proyección. El tipo de enseñanza que se imparte actualmente en todos los nive­les de la educación artística corres­ponde a iniciativas que nacieron, se concretaron y llegaron a un punto cul­minante en la Bauhaus. Las capitales del mundo desbordan de objetos útiles creados por la Bauhaus y los principios por ella sustentados constituyen el abecé del arquitecto moderno y del di­señador industrial con conciencia de su disciplina.

En 1915, Walter Gropius, joven arquitecto de sólo 32 años, a la sazón oficial del ejército alemán, fue citado por el Duque de Sajonia-Weimar para escuchar de labios de éste el ofreci­miento de dos cargos que hasta ese mo­mento desempeñaba Henri Van de Velde. Van de Velde mismo había re­comendado que Gropius fuera su suce­sor en la Escuela de Artes y Oficios y en la Escuela de Arquitectura en Weimar.
Gropius aceptó el ofrecimiento, pero no pudo hacerse cargo de sus fun­ciones hasta regresar del frente, en 1919. Sin embargo, en lugar de tomar la dirección de las dos instituciones, deci­dió fusionarlas en lo que se llamó "Das Staatliche Bauhaus Weimar". Tal deci­sión partió, por una parte, de la idea de que las artesanías y las artes manuales debían tener su sede física en el ámbito común del edificio. Por la otra, creía firmemente que todo arquitecto debía conocer a fondo los recursos manuales, aún en los aspectos más artesanales, de su oficio. Creía, análogamente, que todo artista debía tener dominio ma­nual de su técnica. A su juicio, el con­tacto directo con los materiales a través de las manos, las herramientas y las má­quinas llevaba a un tipo de experiencia irreemplazable y mucho más profun­damente formadora que el discurso teórico y la práctica posterior. Estas ideas fijarían las bases de la enseñanza en la Bauhaus.


Oskar Schlemmer: Desmaterializadón de la figura humana para "Die Bühne in Bauhaus".


Para comprender los alcances que tuvo esta entidad se hace necesario echar una rápida ojeada a la situación de la arquitectura en Alemania durante los años que precedieron a su creación. Tras un largo predominio de tendencias historicistas en las que, con absoluta carencia de espíritu creador, se copia­ban servilmente modelos y estilos del pasado, en una abigarrada y no siempre feliz mescolanza-lo que se conoce con el nombre genérico de eclecticismo-sobrevienen algunos intentos de rebe­lión concretados en el movimiento del Jugendstil (versión alemana del Art Nouveau francés) y en la obra aislada de algunos arquitectos como Adolf Leos y Otto Wagner (de origen austríaco), como asimismo los del grupo del "Werkbund", escuela que preconizaba un estilo simple que valorizara los mate­riales y los elementos de fabricación in­dustrial. Pero esos esfuerzos, con todo lo vigoroso y útiles que fueron, termi­naron diluyéndose en un estado de incertidumbre general en la que naufra­gaban lastimosamente tanto la arquitec­tura como las artes decorativas.
Gropius captó lúcidamente las circunstancias de la realidad y, con un talento y una sensibilidad poco comu­nes, supo elegir un conjunto de perso­nalidades descollantes para integrar el plantel de docentes de la escuela, au­nando la labor de todos ellos bajo la guía de una idea rectora fuerte y bien delineada en su espíritu.




Uno de los colaboradores más importantes de la primera hora, a cuyo cargo estaba el curso preparatorio, fue Johannes Itten, curioso personaje del que se cuentan las anécdotas más insó­litas. Profesaba ciertas tendencias de tipo místico y neo-budista que ponía en práctica sin ninguna clase de inhibicio­nes. Leía a Lao-Tsé, vestía largas túnicas de monje, usaba la cabeza rapada, hacía ejercicios de concentración mental con sus alumnos antes de comenzar la clase.

Y todo ello, unido al tipo de enseñanza que impartía, le granjeó la hostilidad del público, sentimiento que luego se extendió a las autoridades, ocasionando una serie de fricciones que culminaron, en 1924, con la disolución de todo el cuerpo de profesores.

Pese a estas características poco usuales, fue Itten el hombre al cual, en última instancia, deben atribuírsele los méritos del aporte revolucionario de la Bauhaus en materia de enseñanza. Si bien más tarde fue reemplazado por Laszlo Moholy-Nagy y por josef Albers, cada uno de los cuales añadió su propia experiencia y concepción personal de lo que debía ser el curso preparatorio,
las bases fijadas por su creador permanecieron y se transmitieron a las que con el tiempo serían las escuelas de di­seño de las más diversas partes del mundo.


Johannes Itten

Esencialmente, la enseñanza en el curso preparatorio consistía en adies­trar la sensibilidad psico-sensorial de los estudiantes con el fin de descubrir, a través de ella, las posibilidades tanto formales como estructurales de las dis­tintas materias primas que se emplean habitualmente en la producción de ob­jetos manufacturados. Con tal enfoque, los problemas de resistencia estructu­ral, por ejemplo, no se postulaban en el terreno de los cálculos teóricos, seguidos por la realización del proyecto, sino que se abordaban mediante el conoci­miento directo de los materiales. A par­tir de una lámina dé papel, por ejemplo, por medio de un plegado -o cualquier otro planteo que se efectuara para el caso- debía realizarse durante el tiempo otorgado en la clase una estruc­tura capaz de alcanzar la máxima resis­tencia. Ejercicios análogos se realizaban en el campo de los colores o de las ter­minaciones superficiales. Uno de ellos consistía en que los alumnos palparan superficies que no podían ver por tener los ojos vendados y luego las dibujaran sin haberlas visto en ningún momento.

Lyonel Feininger

Lyonel Feininger, fotógrafo y pin­tor, y Gehard Marcks, ceramista y escul­tor, colaboraron con Itten en el período inicial de la Bauhaus. El año 1921 señaló el ingreso de Paul Klee, el pintor que ha abierto quizás más caminos en la pin­tura contemporánea, y de Oskar Schlemmer, cuya influencia en la esce­nografía dejó también huellas profun­das. Wassily Kandinsky, con Laszlo Moholy-Nagy, completan el extraordi­nario cuerpo docente en 1923.




Laszlo Moholy-Nagy



Wassily Kandinsky

En la trayectoria de la Bauhaus existen tres etapas completamente de­finidas, determinadas por las distintas ciudades en donde ejerció su acción: Weimar, Dessau y Berlín. La primera se desarrolla desde 1919 hasta 1925; la se­gunda, de 1925 a 1932; la última se cierra definitivamente en 1933 por decisión del gobierno nazi. Esto, en cuanto a lu­gares y años. En realidad, cuando Gropius, durante el año 1928, decide reti­rarse, la Bauhaus entra en una etapa de disputas internas y presiones exteriores que dejan sellando su destino final.

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