31 de enero de 2009

Art nouveau - Louis Comfort Tiffany

Louis Comfort Tiffany: la vida,la formación artística

En el exuberante panorama artístico de la segunda mitad del siglo XIX y princi­pios del XX, también en Norteamérica las artes aplicadas sufrieron la influencia de los nuevos vientos innovadores. La creciente importancia del objeto decora­tivo considerado como «objeto artístico» (un hecho de especial relevancia en el contexto de una decoración rebuscada, con una mano de obra altamente espe­cializada, en una época de bienestar eco­nómico en la que las clases acomodadas aspiraban a poseer objetos de prestigio), contribuyó a crear el clima apropiado para acoger favorablemente una produc­ción artística de alto nivel. El americano Louis Comfort Tiffany fue sin duda uno de los mayores exponentes del arte del vidrio durante este período histórico. Nacido en 1848, tuvo la suerte de crecer en un ambiente culto y refina­do. Su padre, Charles Lewis Tiffany, había abierto en 1859 en Nueva York su prime­ra tienda de antigüedades selectas: joyas, esculturas, bronces y relojes. Por el con­trario, el hijo estaba más interesado por la pintura y, después de diplomarse en la Flushing Academy, entró como alumno en el estudio de George Inness, pintor de paisajes, que tuvo una influencia conside­rable en su formación artística.


Las lámparas Tiffany son uno de los ejemplos más bellos de las artes decorativas de principios de siglo. Ésta, de la serie Turtleback, es de pie alto y base de bronce. La pantalla, como se aprecia en el detalle de arriba, está formada por teselas de vidrio opalino unidas por barritas de plomo.


Inteligen­te y de viva personalidad, hizo una serie de viajes para conocer personalmente el arte de otros países de Oriente, Europa y África del norte: las cerámicas egipcias de la tumba de Amenofis IV quedaron tan grabadas en su mente que le inspiraron toda una serie de vidrios. En 1876 se sintió atraído por algunas obras de artesanía artística inglesa exhi­bidas en la Centennial Exhibition de Filadelfia: fue entonces cuando decidió fun­dar la Louis Comfort Tiffany and Associated Artists en sociedad con Samuel Colman y Candace Wheeler, céle­bres decoradores. La empresa se ocupa­ba de realizar decoraciones completas: desde el papel de las paredes hasta los muebles, las alfombras y la iluminación, para que la combinación de los diferen­tes elementos y colores estuviesen en armonía entre sí, creando una atmósfera elegante y suntuosa.

Durante esta época Tiffany se propuso aplicar nuevos crite­rios a la decoración de las ventanas, sus­tituyendo los pesados drapeados del siglo XIX por vidrios coloreados, de modo que pareciesen mosaicos bizanti­nos gracias a la «complicidad» de los efectos de la luz filtrada. En aquellos años, con la colaboración de químicos cualificados, también empezó a experi­mentar diferentes técnicas de fundición del vidrio en busca de nuevas fórmulas para obtener preciosas irisaciones. En el año 1885 fundó la Tiffany Glass Company. Después de quedarse viudo, volvió a casarse en 1886 con la hija de un pastor protestante que le encargó la sustitución de las vidrieras de algunas catedrales. En París, donde estuvo en 1889 para visi­tar la Exposición Universal, tuvo ocasión de ver por primera vez los vidrios de los grandes maestros europeos: los jarros craquelés de Léveillé. las piezas incrusta­das con vidrio-camafeo de Gallé, los innovadores jarrones de los Daum y las sugerentes iridiscencias de la produc­ción de Loetz. En París encontró a Samuel Bing, el mayor comerciante fran­cés de objetos artísticos, y más tarde, en 1892, volvió a encontrarse con él en los Estados Unidos; así empezó una colaboración que duraría muchísimo tiempo. Bing encargó a Tiffany una serie de vidrios emplomados para ventanas inspi­rados en los dibujos de pintores famo­sos: Toulouse-Lautrec. Bonnard. Vallotton, Serusier, Vuillard, etc.

Recipiente de cerámica hecha por Tiffany

El vidrio favrile

Alrededor de 1895, con la ayuda de quí­micos muy expertos, Tiffany logró reali­zar el vidrio laminado imitando el ágata tallada, cuyo efecto era parecido al de algunos vidrios propuestos por el aus­tríaco Loetz en la Exposición Universal de París de 1889. vidrios que Tiffany había observado con mucho interés. El procedimiento para obtener el vidrio-ágata se basaba en la mezcla de cañas de vidrio opaco de diferentes colores man­tenidas a una temperatura bastante reducida para evitar que, con la fusión, los diversos elementos se mezclasen del todo. Finalmente se pulía el conjunto de vidrio consolidado y se cortaba en sec­ciones que presentaban los típicos vetea­dos del ágata.

Tres hermosas piezas de favrile glasses con la inscripción «L. C. Tiffany-Favrile» (Milán, Colección Dova). La sencillez de la estructura está enriquecida con iridiscencias policromas sobre una cobertura dorada.


Pero la gran aspiración de Tiffany, ahora dueño de todas las técnicas, incluso la de
la talla en camafeo, era conseguir aquella especial iridiscencia que había observa­do en las vasijas romanas de las excava­ciones, acentuada por la absorción de sales minerales debida a la larga perma­nencia bajo tierra. El camino para llegar a la perfección técnica fue muy laborioso, pero después de numerosos experimen­tos logró obtener vidrios con una lumi­niscencia cambiante e irisada de extraor­dinaria belleza. Las piezas así elaboradas fueron denominadas por el mismo Tiffany vidrios favrile (favrile glasses), del térmi­no inglés fabrile (hecho a mano). De este modo quería remarcar que sus piezas eran el resultado de una invención artísti­ca, es decir piezas únicas e irrepetibles, aunque producidas iudustrialmente. De las fábricas asociadas de Brooklyn y Corona (Long Island), fundadas por Tiffany en 1893, salieron la mayoría de los vidrios favrile, cuyo período de mayor producción fue entre 1896 y 1902. En la Exposición Universal de París de 1900 Tiffany obtuvo la Legión de Honor por la incomparable belleza de su obras. El proceso era nuevo, y se desarrollaba en diferentes fases con las cuales se conse­guían obtener superficies policromas de aspecto cambiante en un mismo objeto. La técnica consistía en vaporizar en frío sales minerales sobre la masa de vidrio fundido; éstas, oxidándose, producían las famosas iridiscencias de los vidrios favrile. La operación se repetía más veces con sales minerales diferentes para obte­ner luminiscencias de diversos colores; de este modo se formaban iridiscencias insólitas, fruto de una sabia técnica y de la creatividad del artista.

El encanto de una flor nacida de la fantasía El vaso de la derecha, de vidrio favrile, fue realizado por Tiffany hacia 1900 con iridiscencias policromas en las que destaca el oro. El nombre de la serie, Jack-in-the-pulpit, se inspira en la semejanza con la flor de un tubérculo americano, el aro. Producido en dos tamaños (este tiene 30 cm de alto), es uno de los modelos de mayor éxito en el ámbito del diseño modernista.

Para estas pie­zas, que no necesitaban más decoracio­nes, Tiffany buscaba nuevas estructuras plásticas que se deformaban permanente­mente durante su elaboración. Además de los vidrios favrile, Tiffany creó otros de gran elegancia, decorados con plumas, curvas, serpentinas, líneas quebradas o paralelas, flores naturalistas y formas vegetales estilizadas con juegos atrevidos de color y tonalidades insólitas; piezas de sabor bizantino o inspiradas en Japón y Persia.

Aunque las fuentes de ins­piración son comunes a las de los maes­tros franceses, los vidrios de Tiffany se distinguen por una concepción diferente del proceso de elaboración: mientras que los vidrios de Nancy eran acabados manualmente por el mismo artista-crea­dor -acabado que incluía la pintura, el biselado, la talla en camafeo y el pulido final-, las piezas de Tiffany representa­ban el espléndido resultado de unos estu­dios preliminares y de unas experiencias matemáticas y químicas que excluían el fundido en el horno; eran el producto de la colaboración de un artista y un equipo de expertos para llegar, sumando talento y ciencia, al más alto nivel de armonía estética.

Las piezas de Tiffany siempre están firmadas al ácido, es decir con la inscripción en el interior del vidrio: «L. C. Tiffany-Favrile». Además presentan el número progresivo de producción. Entre las innumerables creaciones de Tiffany no hay que olvidar la serie especial de vasos «bárbaros» (cypriote vases y lava vases) con la superficie externa parecida a la cerámica, efecto debido a un rápido enfriamiento y solidificación de una masa de esmalte no pura incorporada al vidrio durante la fusión. Una producción de pie­zas menos conocidas, a pesar de ser bellí­simas y sofisticadas, es la que está inspi­rada en el antiguo Egipto, con motivos ornamentales de anillos en cadena alrededor del cuello, superficie externa de pasta de vidrio opaco, luego pulimentada con ceras especiales y colores bri­llantes: azul cobalto o rojo intenso.

Con el nacimiento de las in­dustrias que producían vi­drios de escaso valor artístico y de bajo coste para la peque­ña y mediana burguesía, decayó el interés por el arte del vidrio de alto nivel. Tiffany se dedicó a la produc­ción de azulejos de vidrio de diferentes capas con decora­ción insertada en su interior, según la técnica de los pisa­papeles, un procedimiento que adoptaba los métodos que ya se empleaban en la época de Carlomagno, a los cuales añadió la iridiscencia policroma y el esplendor del oro. Estas piezas se vendieron y se utilizaron para decorar chimeneas, fuentes, piscinas, perfiles de mesas, etc Tiffany tuvo muchos imitadores, tanto en Norteamérica como en Europa, y entre ellos hay que mencionar a Frederick Carder, de la Steuben Glasswork, quien pro­dujo en los Estados Unidos un tipo de vidrio iridiscente llamado aurene y con­tra el cual Tiffany, en 1913, inició un recurso legal.

Piezas de vidrio-favrile pot Tiffany

El mágico esplendor del mosaico de vidrio.

Atento observador y realizador experto, Tiffany había aprendido del arte gótico la soldadura con plomo de las teselas de vidrio cortadas plomo de modo que pudiesen formar un dibujo preestablecido con el efecto mosáico una técnica que utilizó para sus famosas vidrieras El mismo Tiffany realizaba los dibujos; por su formación artística como pintor estaba en condiciones de transmitir al papel sus invenciones más fantasiosas con extrema precisión. Las teselas de vidrio se combinaban con criterio pictórico: en algunos casos mediante diferentes gamas de tono en otros con fuertes contrastes de color.Mientras tanto, la invención de la bombilla eléctrica había contribuido sin duda a abrir un nuevo sector para la actividad de los maestros del vidrio, Tiffany produjo lámparas tan originales y bellas que se convirtieron en uno de los testimonios más hermosos de las artes decorativas de principios del siglo XX en todo el mundo. Utilizó el mismo procedimiento empleado, para las vidrieras: las teselas de pasta de vidrio opalino con colores diversos (a veces irisadas con oro) se soldaban entre sí mediante unas barritas De plomo o con pequeños puentes de cobre, practicos y al mismo tiempo parte viva del ele- mento decorativo; para la elección de los temas para las pantallas -con forma de sombrero de seta- se inspiro con frecuencia en motivos del mundo vegetal. El vastago, de bronce se realizaba con proporciones, estructurales y unas decoraciones en armonía con el abat-jour, a menudo creado escultores famosos medíante la técnica de la cera perdida. En algunos ejemplares se sustitu­yó el bronce por cerámica; en otroscasos el pie las lámparas fue recubierto con pequeños trozas de vidrio irisado, en armonia con los colorares de la base de la pantalla. . Las lámparas Tiffany han sido ampliamente falsificadas e imitadas aunque con resulta dos mediocres.



En este tipo de lámpara de mesa, conocido como Dragonfly, el motivo de libélula recorre todo el perfil del sombrero y esta espaciado con cabochon de color rojo cereza.

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